«Me han cobrado dinero online»: esta es la diferencia entre una estafa y una suscripción

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En el mundo digital actual, muchas personas se enfrentan a cargos inesperados en sus cuentas bancarias o en sus tarjetas de crédito. A menudo surge la duda: ¿me han estafado o simplemente me he suscrito a un servicio sin darme cuenta? Aunque ambos escenarios pueden parecer similares a primera vista, existen diferencias importantes que conviene conocer.

QUÉ ES UNA ESTAFA

Una estafa es una acción fraudulenta en la que alguien utiliza el engaño o la manipulación para obtener dinero o información personal sin el consentimiento real de la víctima.
En otras palabras, una estafa implica intención de engañar.

Ejemplos comunes de estafas:

Páginas falsas que imitan servicios legítimos para robar datos de pago.

Correos electrónicos o mensajes que prometen premios falsos a cambio de una “pequeña tarifa”.

Cargos no autorizados realizados sin que el usuario haya dado su consentimiento.

En una estafa, el usuario nunca aceptó realmente pagar por algo o no recibió lo que se prometió.

QUÉ ES UNA SUSCRIPCIÓN
Una suscripción es un acuerdo legítimo entre el usuario y una empresa para recibir un producto o servicio de forma periódica (mensual, anual, etc.) a cambio de un pago recurrente. Generalmente, el usuario acepta los términos y condiciones, aunque a veces no los lea detenidamente.

Ejemplos de suscripciones:

Plataformas de streaming.

Aplicaciones con prueba gratuita que luego se convierten en plan de pago.

Servicios en línea con renovación automática (como antivirus, almacenamiento en la nube o herramientas digitales).

En este caso, el cobro no es fraudulento, aunque puede ser confuso o poco transparente si el usuario no se da cuenta de que se trata de un pago recurrente.

La diferencia clave entre una estafa y una suscripción está en el consentimiento informado.

Una estafa implica engaño y falta de autorización, mientras que una suscripción parte de un acuerdo voluntario, aunque este pueda haberse aceptado sin prestar suficiente atención.

Comprender esta diferencia permite proteger mejor nuestras finanzas y evitar confusiones con los cobros digitales.


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