El eco de una alerta: cuando un SMS revive la tormenta de miles de víctimas

Compartir noticia

En octubre de 2024, la DANA dejó tras de sí un rastro de destrucción, pérdidas materiales y, lo más doloroso, vidas truncadas. Para quienes vivieron en carne propia aquella catástrofe, el sonido de un teléfono vibrando con un nuevo aviso de Es-Alert puede no ser un simple recordatorio de precaución. Puede convertirse en un golpe seco de memoria, un eco que arrastra imágenes de casas inundadas, sirenas, incertidumbre y miedo.

Lo que para la mayoría de la población son mensajes preventivos, para algunos supervivientes son detonantes. Cada notificación de “alerta roja por lluvias” tiene el poder de transportarles de nuevo a la noche en que vieron cómo el agua subía por sus calles o en que sintieron que la naturaleza les arrebataba el control de sus vidas. Este fenómeno, cercano al estrés postraumático, nos recuerda que las catástrofes no terminan cuando se apaga la lluvia ni cuando se retiran las últimas brigadas de limpieza.

La memoria emocional permanece. Y, a veces, basta un estímulo pequeño —un olor, un sonido, un SMS— para despertar lo que creíamos dormido. El sistema de alertas, imprescindible para salvar vidas, puede convertirse así en una paradoja: el mismo mecanismo que protege puede herir, aunque de manera invisible.

La reflexión que nos deja este hecho es doble. Por un lado, la necesidad de reconocer que el impacto psicológico de los desastres naturales es tan real como el material. No se mide en metros cúbicos de agua ni en euros de pérdidas, sino en insomnios, ansiedad y recuerdos intrusivos. Por otro, la importancia de acompañar estos sistemas de emergencia con un lenguaje sensible y con apoyo psicosocial para quienes reviven el dolor.

Quizá nunca podamos evitar que un mensaje active una herida. Pero sí podemos construir una sociedad más consciente, donde hablar de trauma no sea un tabú, donde la asistencia psicológica forme parte del plan de respuesta a emergencias y donde entendamos que la verdadera reconstrucción no solo se hace con cemento y asfalto, sino también con escucha, cuidado y empatía.

Porque la DANA pasó, pero para muchos aún sigue lloviendo por dentro. FOTO IA.


Compartir noticia